Néstor, nunca debiste haberte ido.

Hay circunstancias en la vida que uno no olvida jamás; instantes que, aun en su fugacidad, quedan inscriptos como cicatrices en la memoria colectiva. Podemos recordar casi con precisión qué estábamos haciendo aquel día, a esa hora, cuando la noticia se hizo tangible en las pantallas y en la radio: el fallecimiento de Néstor Carlos Kirchner. ¿Y vos? ¿Dónde estabas? ¿Qué sentiste?

No es fácil apelar a la objetividad en momentos así, cuando quien se va no es solo un político, un peronista o un presidente, sino alguien que —paradójicamente— parecía haber traído de vuelta la esperanza a un país exhausto, a un pueblo que tras la devastación de 2001 había perdido la capacidad de imaginar un futuro mejor. Y, sin embargo, en esos años inciertos, la esperanza renació.

Para quienes llamamos a esos años la “década ganada,” basta recordar algunos hitos, algunos detalles. En su mandato (2003-2007), la pobreza disminuyó del 62% al 35%, la desocupación cayó del 19,7% al 8,5%, y el Producto Bruto Interno creció a ritmos que parecían imposibles, con tasas anuales del 8% al 9%. Fue una época de recuperación y de nacionalización: Aerolíneas Argentinas, el Correo Argentino, el Astillero Río Santiago, y la creación de ENARSA y de Agua y Saneamientos Argentinos dieron testimonio de ello.

En 2006, la Argentina emprendió un renovado camino en el ámbito nuclear, completando finalmente Atucha II, un proyecto suspendido desde 1980. Además, el proyecto del prototipo de reactor Carem marcaba un hito tecnológico nacional. Ese mismo año se promulgó la Ley de Financiamiento Educativo, incrementando el presupuesto para la educación, la ciencia y la tecnología hasta alcanzar el 6% del PBI en 2010. La inversión en educación hizo posible que Argentina subiera en el ranking mundial del puesto 81 al 19 en inversión educativa, y las universidades vieron su presupuesto multiplicarse, de 2168 millones en 2004 a 11,700 en 2007.

En el área de salud pública, su gobierno impulsó la vacunación contra la hepatitis A y aumentó la cobertura de medicamentos esenciales, protegiendo a millones de argentinos. Bajo su liderazgo, el país lanzó Ar-Sat, enviando a órbita su primer satélite y consolidando su independencia en relación a la comunicación.

Quizás, sin embargo, el legado más imborrable de Kirchner esté en la justicia, en esa histórica imagen descolgando el cuadro del genocida Videla. Fue él quien impulsó el enjuiciamiento de los responsables de crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura militar, logrando que el Congreso Nacional anulara las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, leyes que habían paralizado esos juicios desde el gobierno de Raúl Alfonsín.

En cultura, se promovió la federalización, acercando el arte y la historia a las provincias y rompiendo los muros de la centralización.

Son logros que nos pertenecen a todos, una lista que nos están arrebatando poco a poco, intentando convencernos de que lo hecho estuvo mal, que nada de esto fue real. Pero cada historia cuenta, y aquí estamos para contarlas todas, especialmente las de la década ganada, todo lo que Néstor Kirchner hizo sin lastimar al pueblo, construyendo, creyendo.

Es difícil escribir las ultimas palabras, y aún más difícil leerlas sin sentir un nudo en la garganta, una presión en el pecho.

Néstor, nunca debiste haberte ido.