
por Redacción
La construcción de la Base Marambio: un hito en la historia argentina en la Antártida
Hace 55 años, Argentina inauguró oficialmente la Base Marambio, un logro significativo que marcó el inicio de su presencia en la Antártida. Este acontecimiento es una muestra del interés del país por explorar y establecerse en el continente helado. Desde las fallidas expediciones del siglo XIX hasta la llegada del primer vuelo directo, la historia de la base se remonta a intentos de exploración que comenzaron en 1880 bajo la presidencia de Julio A. Roca.
La base fue construida en un lugar estratégico de la isla Seymour, seleccionado por su terreno arcilloso y la ventaja de que los fuertes vientos impedían la acumulación de nieve. No obstante, el clima hostil presentaba desafíos, como la conversión del suelo en barro durante el deshielo. La planificación y construcción de la pista de aterrizaje comenzaron a finales de 1968, bajo la dirección de un grupo de aproximadamente 25 hombres liderados por el teniente Oscar Pose Ortiz de Rozas.
La construcción de la pista fue una tarea ardua ejecutada con picos y palas, llevando varios meses de trabajo. El primer aterrizaje exitoso en la pista de 300 metros ocurrió el 25 de septiembre de 1969, utilizando un avión adaptado. La pista continuó expandiéndose hasta llegar a los 900 metros, lo que permitió la llegada de un biturbo Fokker F 27 para la inauguración formal el 29 de octubre de 1969. Este desarrollo convirtió a Marambio en un importante punto de apoyo para investigaciones científicas en el continente blanco.
La base lleva el nombre del vicecomodoro Gustavo Argentino Marambio, un destacado pionero en la aviación militar y la navegación en las inhóspitas tierras antárticas. Su legado va más allá de la exploración; representa un firme compromiso con la soberanía nacional en el continente blanco. La Base Marambio no solo simboliza un hito en la presencia argentina en la Antártida, sino que también rinde homenaje a todos aquellos que se atrevieron a conquistar estas tierras remotas, reivindicando así los derechos y la pertenencia de Argentina al territorio antártico. Su existencia reafirma la importancia de la soberanía nacional y el deber de proteger y promover la investigación científica en esta región estratégica.