A cuatro años de la partida de Maradona, su esencia sigue brillando

Diego no se murió, Diego está más presente que nunca

Hablar de Diego siempre es movilizante. Diego, el más argentino de los argentinos, fue el pibe pobre que llegó a ser Dios y nunca renegó de sus orígenes. Aunque se codeaba con reyes y reinas, siempre volvía a Fiorito, donde era el Pelusa. El que se pegaba la frente contra el asfalto y se levantaba para contarla. Diego, el Dios más incorrecto y desafiante, se convirtió en un ícono que trasciende el deporte.

El 25 de noviembre de 2020 es una fecha grabada a fuego en el corazón de cada argentino. Ese día, el mundo se paralizó con la noticia de su fallecimiento, un momento que marcó un antes y un después en la historia del fútbol y de la cultura argentina. Más que un jugador excepcional, su vida estuvo cargada de luchas y triunfos, representando a un pueblo que nunca olvidó de dónde vino. A cuatro años de su partida, seguimos celebrando su legado y la magia que dejó en cada uno de nosotros.

Desde sus inicios en Argentinos Juniors, donde comenzó a deslumbrar con su talento, hasta su impacto en el corazón de millones, Diego demostró que se podía soñar en grande. Con cada gambeta y cada gol, nos hizo vibrar y nos enseñó que, a pesar de las caídas, siempre hay que levantarse con más fuerza.

Más que un futbolista, Diego era un artista que completaba los cuadros de nuestra identidad cultural. Su figura, presente en las plazas y en los estadios, reflejaba las esperanzas y los sueños de un pueblo que lo adora. Hoy, al recordarlo, sentimos que su espíritu sigue vivo. En cada charla futbolera, en cada desahogo y en cada grito de gol, Diego está presente. Como bien decía Fontanarrosa: “Qué me importa lo que Diego hizo con su vida, me importa lo que hizo con la mía”, una frase que nos une en este homenaje. Maradona es eterno, y su legado continuará iluminando nuestras vidas como el más grande de los dioses.