
por Redacción
La reciente estafa piramidal en San Pedro, que dejó a unos 20.000 residentes sin sus ahorros, ha puesto de manifiesto una realidad preocupante que resuena más allá de las fronteras de esta localidad bonaerense. Con la promesa de duplicar inversiones a través de una plataforma llamada CM CRIPTO MASTER, los vecinos cayeron nuevamente en una trampa, recordando el impacto de la anterior estafa presentada por RainbowEx. Esta serie de engaños pone en evidencia un patrón desalentador que refleja la actual gestión del gobierno de Javier Milei.
El paralelismo entre estas estafas financieras y la administración de Milei es inquietante. Al igual que las plataformas fraudulentas, el gobierno ha hecho promesas de cambios inmediatos que rápidamente se desvanecen, dejando a la población en una situación de vulnerabilidad. La compra de votos y la corrupción han sido prácticas corrientes que, como en los esquemas piramidales, enriquecen a unos pocos a expensas de muchos. Bajo un juego de ilusiones, los pocos que están en el poder parecieran lucrar mientras que las clases trabajadoras, como jubilados y maestros, luchan por sobrevivir con recursos cada vez más limitados.
En el corazón de este sistema se encuentra la bicicleta financiera, que permite a los inversores astutos ganar a costa de quienes no tienen información suficiente. A medida que las esperanzas de una mejora económica se desvanecen, los ciudadanos se encuentran atrapados en un ciclo de engaños y desconfianza. La fuga de capitales y la desorganización del sistema económico nacional causan estragos, mientras pequeños ahorradores sufren las consecuencias de unas políticas que parecen más un juego de azar que una estrategia de gobernanza.
La experiencia de San Pedro es un microcosmos que ilustra la lucha colectiva contra la manipulación. Tanto los estafadores cripto como el gobierno actual parecen operar bajo un mismo principio: explotar la desesperación de la gente y ofrecer promesas que nunca se concretan. Este escenario no solo resalta la necesidad urgente de mayor educación financiera, sino que también exige una reflexión crítica sobre la dirección en que se encuentra el país. La ciudadanía debe estar alerta y exigir transparencia y rendición de cuentas, ya que, de lo contrario, corre el riesgo de seguir siendo víctima de un sistema que favorece a los corruptos, tanto en el ámbito financiero como en el político.